Caudofagia en porcino: conocer las causas para minimizar los riesgos

Autor: Antoni Dalmau (IRTA)

El término caudofagia hace referencia a una conducta anormal que se observa ocasionalmente en la especie porcina y que consiste en morder la cola de uno o varios congéneres dentro del corral (Caudo- cola, -fagia comer, morder). La caudofagia tiene una etiología muy compleja en la que pueden intervenir muchos factores. Este hecho, junto con la incidencia esporádica de la conducta, hace que sea muy difícil reproducir este problema en condiciones experimentales.

Una conducta redirigida

De entre las diversas hipótesis que intentan explicar el origen de la caudofagia, la más aceptada, es la que la considera una conducta redirigida. En condiciones naturales, el cerdo dedica un porcentaje muy elevado del tiempo a hozar en búsqueda de alimento, lo que consiste en remover el suelo con el hocico.

En condiciones de producción intensiva, el cerdo consigue el alimento sin necesidad de desarrollar esta conducta y, normalmente, las propias instalaciones impiden que el animal la muestre. No obstante, según diversos estudios, existe una necesidad inherente del cerdo a mostrar la conducta de hozar, independientemente de su estado de alimentación.

Si el entorno no le permite desarrollar esta conducta hacia un estímulo normal, ésta es dirigida hacia estímulos alternativos, tales como la cola de otros animales.

Se había argumentado en el pasado que podría originarse como una conducta de juego entre lechones, consistente en que los animales de una misma camada se mordisquean las colas y las orejas entre sí. No obstante, se ha descrito que estas conductas aumentan cuando los animales se destetan a las tres semanas de edad, por lo que la caudofagia pueda ser consecuencia de la interrupción prematura del proceso de amamantamiento y, por tanto, de nuevo ser una conducta redirigida.

Irá acompañada normalmente de otras conductas como el “belly nosing”, los animales juegan con la panza de otros animales que están echados.

El mordedor compulsivo

Existen, no obstante, algunos animales que se llaman mordedores compulsivos, que son individuos normalmente de tamaño reducido que se piensa que debido a alguna deficiencia en su proceso de crecimiento tienen mayor tendencia a morder a animales más dominantes, especialmente en momentos en los que no pueden acceder a recursos como el agua o la comida.

Es decir, se detectan estas conductas especialmente sobre animales más dominantes que en esos momentos están en el comedero o en el bebedero. Si bien en el caso de los animales que realizan la conducta redirigida lo mejor es la prevención, intentando estimular a los animales para que no dirijan esta conducta sobre otros animales, en el caso de los mordedores compulsivos hay que identificarlos y retirarlos de la granja.

Lógicamente, a mayor competencia por el alimento y la bebida, más fácil es promover que aparezca este mordedor compulsivo, por lo que la ratio de animales por plaza de alimentación y bebida va a ser uno de los factores críticos a controlar.

Atracción por la sangre

Un tercer grupo de mordedores son los que ya se encuentran una lesión abierta que los atrae. Es decir, una vez una cola está lesionada con sangre fresca es fácil que atraiga a otros cerdos que empiecen con esta conducta. Esto, además, no solo se producirá en el corral en el que haya una cola lesionada, sino que, por imitación, cerdos de corrales colindantes pueden empezar a morder colas cuando vean que en otros corrales esta conducta tiene premio en forma de sangre fresca.

Cuando ocurre esto es cuando aparece un brote de caudofagia en una granja, pues el problema se puede transmitir de corral a corral. De hecho, tradicionalmente la caudofagia siempre se ha definido como un problema en dos fases.

Durante la primera suele darse el jugueteo con la cola propia de la conducta redirigida y en la segunda, una vez ya hay lesión abierta, se produce un canibalismo del que van a participar cada vez un número mayor de animales si no se ataja a tiempo.

En las primeras fases de este proceso es cuando se tiene que actuar con productos cicatrizantes y de mal sabor sobre las colas ya afectada para evitar que se extienda el problema por toda la granja y con consecuencias muy dañinas para los animales mordidos.

La gota que colma el vaso 

Son muchos los factores que influyen sobre la aparición de la caudofagia. Se considera que un factor predisponente muy importante es la carga de estrés que lleven los animales.

De hecho, uno de los problemas que dificultan la reproducción de este comportamiento a nivel experimental es que, a veces, se da como la gota que colma el vaso. Es decir, los animales van soportando factores de estrés que les supone un esfuerzo de adaptación sin que su conducta se vea alterada significativamente hasta que llega un día que un factor más, no siempre el mismo, no siempre de la misma intensidad, hace que se supere la capacidad del animal para gestionarlo y aparecen los problemas de comportamiento, como la caudofagia.

Necesidad de explorar potenciada por el estrés

De entre estos factores de riesgo, podemos hablar de facilitadores o factores predisponentes, pero raras veces se llega a poder identificar un factor determinante claro y universal.

Los que posiblemente tengan mayor impacto son los que actúan por doble vía. Por ejemplo, la falta de un material de enriquecimiento ambiental adecuado.

Hablamos de doble vía porque en estos casos el problema es doble. En primer lugar, el animal tiene la necesidad ancestral de explorar y buscar alimento (aunque esté saciado), por tanto, un entorno pobre que no estimule esta conducta generará un estado de frustración que es un importante estresor.

Por otro lado, un animal estresado estará más activo y por tanto tendrá mayor necesidad de buscar estimulación en el entorno para calmarse, si el entorno no le favorece esta conducta la frustración todavía es mayor. Por eso es importante como primera medida a considerar el proporcionar un material de enriquecimiento ambiental que realmente estimule al animal.

El material de enriquecimiento

El mejor material de enriquecimiento posible es un lecho de paja. La paja tiene la ventaja que favorece que el animal la explore, la mueva, la mastique, la huela, etc… Todo esto estimula al animal y si se cambia con la frecuencia adecuada nada es comparable a lo que le da la paja, es como un periódico en el que, a cada centímetro, a cada paso, hay información que leer (nosotros somos seres visuales, ellos son seres olfativos que obtienen mucha información al olisquear y manejar estos materiales).

No obstante, utilizar un lecho de paja no es aconsejable en países cálidos como el nuestro. En los meses más cálidos del año y en determinados sistemas es imposible incluso en los meses fríos, por eso hay que buscar alternativas que estimulen como mínimo tanto como lo hace un lecho de paja.

Las mejores alternativas son la propia paja proporcionada en pequeñas cantidades en dispensadores, lo que evita obturación de fosas, provisión de cuerdas para morder o usar compactados de heno y materiales afines. En general, tenemos que plantearnos siempre si realmente estamos estimulando al cerdo, pues cuanto más lejos nos quedemos de estimularlo (porque el material no es bueno o porque el animal ya no lo ve interesante), más cerca estaremos de que busquen estimularse con otras cosas como las colas de sus compañeros de corral.

Las densidades

Otro factor que tiene un efecto doble sobre los animales y por tanto es de los más importantes son las densidades. Una densidad más alta implica mayor competencia por el espacio, y ese es un factor de estrés importante para un cerdo.

Dentro de esta competencia no hay que olvidar el número de animales por comedero, pues a misma densidad y mismo número de plazas de comedero, tenderá a producirse mayor competencia por el alimento y por tanto más estrés en los sistemas con más cerdos por plaza que en los sistemas con menos. Pero la densidad tiene un segundo efecto y es que a mayor densidad es más fácil que un cerdo tope con la cola de otro que en un sistema con menor densidad.

Carencias nutricionales

Un tercer factor de repercusión doble son las carencias nutricionales en el pienso. La deficiencia de aminoácidos esenciales como la lisina se ha descrito como causa de caudofagia, pues muchos de los neurotransmisores y hormonas que controlan el comportamiento animal necesitan aminoácidos esenciales para su síntesis.

La carencia de sales también se ha descrito como un factor que propaga la caudofagia dentro de un corral una vez ésta ya ha aparecido. En este caso, las carencias ya son un factor de estrés, pero además provocarán que el animal tenga mayor necesidad de explorar para buscar estos elementos en el entorno y, por tanto, influirán en una mayor prevalencia de esta conducta, especialmente cuando el entorno no los estimule suficientemente.

El ambiente y la sanidad

Finalmente, otros factores ambientales predisponentes serán temperaturas, muy altas o muy bajas, o una mala ventilación con altos acúmulos de polvo y amoníaco.

También se ha descrito que las hembras tienen mayor tendencia a mostrar caudofagia y la dirigen con mayor frecuencia hacia los machos, y existe un cierto componente genético que puede reducirse con selección.

Por último, la caudofagia puede estar asociada también a ciertas enfermedades, como la epidermitis exudativa, caracterizada por la aparición de una dermatitis seborreica aguda y generalizada. El papel que la microbiota pueda tener en esta conducta también está bajo investigación y podría dar lugar a tratamientos probióticos que ayudarán a reducir su incidencia.

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