La limitación económica, de manejo y de falta de pruebas complementarias, hacen que el uso de la fluidoterapia en la clínica bovina no esté tan extendido como en pequeños animales. Aún así, existen situaciones patológicas que hacen imprescindible su uso si queremos recuperar al animal.
Por definición, la fluidoterapia es la parte de la terapéutica que se encarga de restaurar y mantener el volumen y composición de los fluidos corporales. Es decir, no solo persigue acercar el volumen de fluidos corporales a valores fisiológicos, sino también restablecer el equilibrio electrolítico y ácido-básico.
A la hora de saber cómo se comportan los diferentes tipos de soluciones debemos recordar que la dinámica de fluidos a través de la membrana vascular está determinada por la presión osmótica, la presión oncótica y la presión hidrostática.
De forma general, las soluciones de fluidoterapia se dividen en dos grandes grupos en función de su composición: cristaloides y coloides
Los cristaloides están compuestos por agua y solutos de bajo peso molecular, electrolitos principalmente, lo que los hace capaces de atravesar libremente la membrana vascular. Por lo tanto, una vez que son infundidos, pasan rápido al espacio intersticial.
Los cristaloides se clasifican, en función de su osmolalidad respecto al plasma, en isotónicos, hipertónicos e hipotónicos. Esta osmolalidad viene determinada fundamentalmente por la concentración de iones Na+.
Los coloides, además de contener agua y solutos de pequeño tamaño como los cristaloides, poseen otras moléculas de mayor tamaño que no atraviesan la membrana vascular en situaciones fisiológicas, por ello la expansión del volumen plasmático, además de producirse rápido, es de larga duración.
No existe el fluido ideal que cubra todas las necesidades, por eso en la mayoría de los casos han de ser suplementados con vitaminas, aminoácidos, glucosa, bicarbonato…según la patología.
Cuando consideramos necesario aplicar fluidoterapia a un paciente debemos diseñar un plan de actuación. Tendremos que decidir qué vía de administración usaremos, qué tipo y volumen de fluido necesita y si vamos suplementarlo con otros productos o no.
El grado de deshidratación lo valoramos en base a la exploración física: hundimiento del globo ocular, retorno del pliegue cutáneo, mucosas secas, reflejo de succión… Con porcentaje de deshidratación superior al 8% siempre vamos a utilizar fluidoterapia intravenosa. Los accesos venosos más recomendados para aplicar fluidos son la vena auricular marginal o la yugular.
Si optamos por fluidos isotónicos utilizaremos volúmenes grandes que aplicaremos durante varias horas. Por el contrario, con fluidos hipertónicos conseguimos restaurar la volemia con volúmenes pequeños, pero siempre se ha de acompañar de hidratación oral forzada y/o de fluidoterapia de mantenimiento isotónica.
En terneros las patologías que cursan con deshidratación suelen acompañarse de acidosis metabólica por lo que serán de elección rehidratantes orales o fluidos con efecto alcalinizante y el bicarbonato es un suplemento habitual.
En adultos, en cambio, es más frecuente la alcalosis metabólica por lo que evitaremos fluidos y complementos alcalinizantes.
En la mayoría de las ocasiones la elección del tipo de fluido y la vía de administración se va a ver condicionada por factores económicos y de manejo, por lo que debemos conocer las diferentes opciones que tenemos para elegir la que mejor se adapte en cada caso.
Accede a la Comunidad Fatro para descargarte en PDF la obra completa de Fundamentos de Fluidoterapia en Bóvidos, del autor Lucas Rigueira, Profesor de la Universidad de Santiago de Compostela.
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