
La dirofilariosis cardiopulmonar es una enfermedad transmitida por vectores y producida por el nemátodo Dirofilaria immitis. El parásito necesita de un hospedador vertebrado para completar su ciclo biológico, siendo el perro el principal reservorio de la infección, aunque otros animales domésticos como el gato y el hurón son también susceptibles, teniendo su presencia en el interior los vasos pulmonares graves consecuencias clínicas.
En el caso del perro, la información disponible con respecto a la epidemiología, signos clínicos, alteraciones clinicopatológicas y opciones de tratamiento es múltiple y variada. No en el caso de gatos y hurones en los que el número de casos descritos en la literatura es menor.
Los gatos afectados en general suelen caracterizarse por presentar una baja carga de nemátodos, en el que la presentación clínica es de tipo pulmonar (presencia de disnea, taquipnea, estornudos), mientras que en el perro la presentación es de una enfermedad progresiva de tipo cardiopulmonar, inicialmente con afectación pulmonar pero conforme la enfermedad avanza es de afectación cardiaca. Además, en el gato también es posible que presenten signos digestivos destacando cuadros inespecíficos de vómitos y diarreas.
Desde un punto de vista veterinario, un examen clínico minucioso permite detectar en estos animales cuadros de debilidad generalizada, junto a anorexia y una pérdida de peso más o menos evidente.
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